Tchouaméni da un paso al frente
El francés se reencuentra con su mejor versión y se posiciona como uno de los líderes del Madrid de Xabi
Aurélien Tchouaméni llegó al Real Madrid con esa pátina de elegancia que caracteriza a los mediocampistas de la escuela francesa. Sin embargo, la adaptación, el ritmo y la exigencia del Santiago Bernabéu requería algo más que talento innato en la sala de máquinas. En su cuarta temporada, con Xabi Alonso al mando, el centrocampista se ha reencontrado con la versión más completa de sí mismo.
La llegada del nuevo técnico ha resintonizado la frecuencia del equipo, y Tchouaméni ha sido de los primeros en captar la nueva señal. Ha intuido que el francés pedía a gritos ese espacio para expresarse y expandirse. Ahora, con Xabi al mando, dispone de esa carta blanca que le permite rondar territorios más peligrosos, tejer desde posiciones más influyentes y, sobre todo, protagonizar un posible último pase.
Esa nómina de cualidades fueron las que Tchouaméni exhibió en Mónaco y por las que el Madrid realizó una inversión de 80 millones de euros. El francés posee un ADN dominador en campo contrario. Bajo las órdenes de Ancelotti solía desenvolverse en un ecosistema poco favorable, especialmente en los partidos en los que el conjunto blanco regalaba la posesión al rival.
Erasmus forzoso a la zaga
El condicionado exilio a la posición de central durante la temporada pasada le sirvió para crecer. Aquellos 25 partidos como central fueron un particular curso intensivo para forjarse el cartel de imprescindible. Una especie de doctorado no deseado que, paradójicamente, refinó su comprensión espacial del juego y le transformó en un recurso de urgencia muy válido. De hecho, bajo las órdenes de Xabi, también vivió algún encuentro en la zaga durante el Mundial de Clubes.
El cambio de registro es evidente en los datos. Si nos remontamos a estas alturas de la anterior campaña, Tchouaméni sumó 252 toques de balón en sus dos primeros partidos ligueros como pivote en solitario. Cifra que contrasta con los 154 toques que ha cosechado en estas dos primeras jornadas. Ahora aparece menos pero influye más. Su lectura del juego ha ganado en matices, tanto ofensiva como defensivamente. Su capacidad para alternar registros le permite ser el ancla de Xabi cuando es necesario y el catalizador del juego ofensivo cuando las circunstancias lo exigen.
Recuperando su esencia
El mapa de calor ante Osasuna y Oviedo así lo demuestra. Con Xabi, el Madrid es dueño y señor del juego en la mayoría de tramos del encuentro. Un factor que favorece a Tchouaméni y saca su versión más monegasca, aunque ahora no goza del escudo que tenía con Fofana. El francés da un paso hacia adelante y se asienta en la zona de tres cuartos. Desde esa posición privilegiada es capaz de protagonizar más acciones de peligro y estar mejor colocado para las segundas jugadas.
En lo defensivo sigue siendo un rodillo. Tchouaméni se siente muy cómodo defendiendo hacia adelante cuando el Madrid pierde el balón, incomodando la salida rival. Y en zonas más retrasadas también conserva esa capacidad de lectura para recuperar balones. Como muestra de ello está la recuperación que propició la jugada del primer gol del Madrid ante el Oviedo. Un robo limpio en el corazón del mediocampo que Güler aprovechó con mucha verticalidad para asistir a Mbappé. Fue una de las seis recuperaciones que sumó en el Tartiere.
El resto de estadísticas de estas primeras jornadas también reflejan el gran momento de Tchouaméni. El francés lidera a los mediocentros de las cinco grandes ligas con un 93,5% de precisión en pases al último tercio, mientras mantiene un 87,5% de ‘tackles’ exitosos y un imponente 83,3% en duelos aéreos ganados —con el que también lidera—. Son números que hablan de un jugador que ha encontrado el equilibrio perfecto entre la solidez defensiva y la participación ofensiva. Xabi y su mentalidad más orfebre han conseguido que Tchouaméni redescubra esa versatilidad que le convirtió en uno de los futbolistas más prometedores de su generación.
Fuente: MARCA